¿Qué es la compasión?


Silvia Martín

La compasión solo es posible cuando la comprensión está presente. Thich Nhat Hanh

He buscado la definición de la palabra compasión en tres diccionarios diferentes: RAE, María Moliner y Julio Casares, y todos coinciden en decir que es un sentimiento de pena o  lástima por el mal que sufre otro.

La compasión a la que se refiere Thich Nhat Hanh tiene que ver con el sufrimiento, pero no con un sentimiento de pena por el mal que sufre otro, sino con una necesidad de aliviar el sufrimiento del otro. Puede que parezca lo mismo, pero no lo es.

Las diferencias entre ambos significados son muchas, sutiles y profundas a la vez. En esta reflexión, voy a tratar de poner en palabras lo que mis experiencias y aprendizajes me han permitido comprender de la diferencia más relevante, que es la distancia que hay entre quien sufre y quien presencia el sufrimiento.

Cuando lo que sentimos es compasión, no hay nada que nos separe de la otra persona, cuando es pena, la distancia es infinita.

Estar cerca de quien sufre nos hace vulnerables, implica asumir el riesgo de también poder sufrir si no disponemos de las herramientas adecuadas.

Ser una persona compasiva es todo un arte.

A mí nadie me enseñó a serlo.

De niña, mi naturaleza me llevaba a acercarme a quien sufría, a otros niños y, sobre todo, a mi madre. Ella me recuerda, a menudo, que cuando estaba muy dolorida intentaba que no la mirara a los ojos para que yo no pudiera ver su sufrimiento, que siempre se reflejaba en una leve caída de sus párpados. También, que yo me colocaba en el asiento del coche detrás de ella mientras conducía y le hacía masajes en el cuello con mis dedos diminutos o que, cuando me dejaba en la escuela infantil yo la saludaba sonriente desde el patio para después, al ver que ella arrancaba el coche, darme media vuelta y llorar.

Ella me lo cuenta porque yo no lo recuerdo, ni eso ni la mayoría de las cosas de mi infancia.

Sí que tengo recuerdos siendo adolescente con respecto a la actitud compasiva, de hecho, me vienen varios a la mente en los que no supe ser compasiva a pesar de querer serlo. Tres de ellos los tengo grabados porque los sentimientos que me invadieron después de no actuar de acuerdo a la compasión que sentía fueron vergüenza, culpabilidad y cobardía. Las consecuencias, en dos de esos momentos que recuerdo, fueron un derrame y un aborto, que no digo yo que si hubiera sido capaz de quedarme al lado de las personas que los sufrieron los hubiera evitado, pero el caso es que no lo hice.

Hasta hace unos años, que pude comprender a nivel profundo, que cualquier otra persona en mi lugar, con mis mismas circunstancias y herramientas, hubiera actuado de la misma manera que yo lo hice, no logré ser compasiva conmigo misma.

Comprender a nivel profundo, es decir, no desde el razonamiento, no desde la mente analítica, ni tan siquiera desde la mente consciente.

¿Con mis mismas circunstancias y herramientas?

¿Qué circunstancias eran las de ese momento y de qué herramientas disponía para actuar como lo hice?

¿Qué circunstancias y herramientas son las de cada momento sino una combinación de las anteriores, de las experiencias y aprendizajes o no aprendizajes?

¿Cómo acceder a la información de esas circunstancias de las que no soy consciente, de las que no me acuerdo o de las que el recuerdo que guardo no encaja?

Comprender a nivel profundo requiere acceder a esa información, que está ahí, que siempre ha estado, pero que solo cuando estamos preparados podemos ver. Y el estar preparados tiene mucho que ver con ser capaces de tomar distancia de nuestra propia historia. Por eso, hacer el ejercicio de visualizar a otra persona en nuestro sitio nos permite alejarnos de nosotros para, a su vez, acercarnos. Un ejercicio que es posible realizar y entrenar a diario desde el lugar en el que cultivamos el silencio mental, como lo es la práctica meditativa y el mindfulness.

Comprender a nivel profundo, que es la comprensión a la que se refiere Thich Nhat Hanh, nos permite ser compasivos.

Comprendernos primero a nosotros y ser compasivos primero con nosotros.

Solo desde ahí, desde la intención de mantener una actitud de autocompasión, es que podemos comprender, y desde esa comprensión, aprender y continuar avanzando.

Solo desde ahí, podemos darnos cuenta de que si nos pusiéramos en el lugar del otro, con sus mismas circunstancias y herramientas, actuaríamos de la misma manera. Lo que nos permite comprender y sentir compasión por el otro.

Para entonces, llegar a la comprensión de que, en realidad, no hay más distancia entre los seres humanos que la que nos separa, a cada uno de nosotros, de nosotros mismos.