Marlène Jöbstl
Danza Butoh
He trabajado con más de 40 maestros japoneses de butō a los que se suman increíbles grandes pedagogos de teatro que me han formado.
De pequeña quería ser hombre, de pequeña quería tener piel negra, de pequeña quería ser … y soy artista.
Nací en París y crecí en Viena con doble cultura, dos idiomas, dos puntos de vista sobre el mundo. Aprendí pronto que no hay una sola verdad sobre el mundo, sino que cada cultura tiene otra versión sobre los misterios de la vida, otros modos de comer, dormir, amar. Es mi riqueza principal, soy políglota. Sobre todo al hablar, no me dejo encerrar en un solo idioma, mezclo y uso lo más elocuente y se abre el horizonte mental de los oyentes. No es lo mismo oír « mantiene, sostiene » que « keep ». Soy naturalmente extranjera enraizada.
En mi atormentada adolescencia , me junté a otros jóvenes con los mismos anhelos, éramos y somos, la primera generación del movimiento hip hop en Viena.
El movimiento hip hop era el margen, lo underground, la voz de los excluidos, la danza de la libertad.
En los 90, de joven adulta, contra viento y marea y frente a un horizonte de mundo en crisis, decidí hacer del teatro mi camino de vida. Tuve experiencia en el teatro universitario y luego me contrataron para la dirección de tres actores que nadie quería dirigir. Lo logré y fue un éxito.
Me liberé del atado financiero de mi familia yendo a trabajar de niñera a Londres, donde me formé en Tai Chi, en StoryTelling, narración oral, Clown. Es en el clown que me hablaron de una escuela de teatro alternativa en París, l’ÉcoleInternationale de Theâtre Jacques Lecoq. Sólo aceptaban gente con experiencia profesional. Me sentí insegura, decidí llamar por teléfono. Gracias al azar lo cogió Thomas Prattki, profesor en la escuela, con su voz grave y tierna. Le conté mi trayectoria y me dijo: esta escuela es para ti.
Fue duro, era la más joven de la clase, tenía 23 años, era el año 1998.
Fue un proceso intensivo a todos los niveles, durante las mañanas clase, a las tardes trabajo, por las noches ensayos.
Al final me enamoré de un alumno de mi clase y fuimos a Valencia para crear nuestra compañía de teatro.
Volví a Londres para estudiar un año con Philippe Gaulier, otro tesoro de maestro, el contrapunto de Lecoq, muy necesario para adquirir una libertad escénica.
Luego otro año en París , para estudiar la dramaturgia, en el cuadro pedagógico de la escuela Lecoq.
Es entonces que escribí mi primer monólogo y me pusé en escena yo misma, por primera vez trabajé sola y solo para mí.
LIMIT se llama esta primera creación. Era el año 2002. Es una pieza sencilla de doce minutos, con ruido de radio, una ventana con cortinas y una vela. En el proceso de creación llamé a amigos no-artistas para venir a verlo como ojo exterior. Cada uno de ellos me dijo lo mismo: ¿ es teatro o danza ?
¿QUÉ ?
¡Estudié teatro! No entiendo.
Y una noche de verano, en una fiesta de artistas parisinos, contando mi crisis a un extranjero, esta sombra de pie en la noche del patio me dice: ¿conoces butō?
Butō me llegó como respuesta a mi búsqueda de identidad artística.
No soy ni teatrera ni bailarina, soy artista y mi hogar es butō.
La identidad es un cajón, es una etiqueta, una bandera, una cultura, una filosofía con valores y luchas.
Butō me ofrece el único cajón en donde encajo. Butō es un cajón sin paredes, porque butō es un movimiento y no es un estilo fijo, porque butō incluye y no excluye, porque butō es un espacio de libertad para todos aquellos que no encajan, para que podamos investigar nuestra verdad específica y compartirla.
Mi educación es oldschool, de la vieja escuela, de otra generación, tanto en mi familia y tanto con mis profesores de teatro como de butō.
Cada moneda recibida se merece por algún trabajo.
No se pregunta nada en clase, disciplina severa, nivel de exigencia alto, competición, jerarquía, responsabilidad, autosostenerse, higiene, limpieza, servicio, gratitud.
Desde hace 21 años trabajo con Yumiko Yoshioka , primero de participante en sus talleres largos de verano, rápidamente de asistente, luego de chef asistente, más tarde de organizadora, traductora y finalmente entretejimos una profunda amistad. Hoy hemos colaborado en la escritura de su libro sobre su método de movimientos orgánicos, ampliamos cada día el abanico de nuestras conjunciones artísticas.
Desde hace 20 años trabajo con Atsushi Takenouchi y Hiroko Komiya. Antes vivíamos en París. Me hice especialista en la traducción de sus talleres, luego he formado a más personas para este trabajo peculiar. Ahora Atsushi y Hiroko viven en Italia, yo en Barcelona, nos juntamos una vez al año. En la actualidad tenemos una gran amistad que crece con cada nueva aventura.
Desde hace 18 años trabajo con DaisukeYoshimoto, el primero y el único que me enseñó la libertad. Apenas habían pasado 24 horas desde que nos conocimos cuando me invitó a danzar con él en el preludio de su « Eros y Thanatos », era en el New York Butoh Festival en 2005. También me incluyó como bailarina en Tokyo 2006 y 2007 durante sus bolos. Me fui de gira con él a Roma, Budapest, Viena, Paris, Wroclaw, Barcelona, Sevilla, donde me invitaba siempre a ser co-profesora con él durante los talleres que impartía. Es él quien me empujó un día en Roma: Nowyouhave to startteachingalone!
Hoy tiene 80 años, sigue bailando y dando clases en Tokyo. Hemos creado fuertes vínculos muy especiales, somos tiernos amigos para siempre.
Otra referencia importante en mi vida es Yoshito Ohno, el más sabio pedagogo de butō que existió. Sus conocimientos, su sensibilidad, su intuición, su presencia, su voz , todo era increíblemente rico. Estudié con él en Tokyo durante mi estancia de 7 meses en 2006/2007.
Me doy cuenta que para mí no murió, su enseñanza es inagotable y su presencia en esta tierra todavía arde.
El arte escénico es mi vida. Le dedico todo mi ser, tanto en la pedagogía que en las charlas, performances y direcciones.